Para esto, se ha utilizado un modelo del tipo logit ajustado al caso de encuestas con diseño complejo, como la ENSANUT 2018.
Para medir la depresión, se han utilizado los datos de la ENSANUT 2018 para construir la Escala de Depresión del Centro de Estudios Epidemiológicos, versión abreviada, o CESD-7. Además, dado que los procesos inflamatorios no son directamente observables, se han utilizado como variables proxy los indicadores de diversas enfermedades asociadas a la inflamación, tales como obesidad, diabetes, hipertensión, enfermedades renales, entre otras. De igual forma, se ha utilizado una metodología de correspondencias múltiples. Finalmente, para tomar en cuenta la posible bidireccionalidad en la asociación entre depresión e inflamación, se ha considerado un modelo de probabilidad lineal con endogeneidad, en el cual se ha usando un índice de factores heredo-familiares como instrumento de la inflamación.
A diferencia de literatura anterior que suele analizar estos aspectos desde una perspectiva clínica-experimental y a menor escala, usamos métodos econométricos.
El principal resultado obtenido fue evidencia de una asociación altamente significativa entre la presencia de síntomas depresivos y síntomas inflamatorios. Sin duda podría analizarse el impacto concreto que tienen ambas variables en la calidad de vida de los individuos, pero ello requeriría de aún más datos y a una escala similar a los que aquí se trataron. Haciendo un contraste con el estado del arte y la práctica psiquiátrica en México, las consecuencias en política pública son claras también. Se espera que este artículo impulse a muchos otros, al menos conceptualmente, para lograr, mediante la vía necesaria, una auténtica mejora en la calidad de vida de quienes padecen ambas condiciones.